§ La divina inspiración e inerrancia de la Palabra de Dios como fue dada originalmente, y su suprema autoridad en todas las cuestiones de fe y conducta.
§ La existencia de un único Dios personal, uno en esencia aunque existente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
§ La soberanía de Dios en la creación, revelación, redención y el juicio final.
§ La universalidad del pecado y la culpa del hombre desde la Caída, sometiéndolo a la ira y a la condenación de Dios.
§ La redención de la culpa solo a través de la muerte expiatoria de nuestro Señor Jesucristo, el encarnado Hijo de Dios, que es nuestro representante y sustituto, y la liberación del dominio y la corrupción del pecado por medio de nuestra unión con Él.
§ La resurrección corporal de nuestro Señor Jesucristo, su ascensión a la diestra de Dios el Padre, y su señorío sobre la Iglesia, el mundo y toda la creación.
§ La obra del Espíritu Santo en la regeneración del pecador, llevándolo al reconocimiento de su pecado y a la necesidad de fe en Cristo el Salvador.
§ La morada del Espíritu Santo en el creyente, capacitándolo para adorar a Dios, vencer el pecado, servir a la iglesia y entender así como también obedecer la Palabra de Dios.
§ La justificación del pecador solo por la misericordia y gracia de Dios, que se recibe a través de la fe en la muerte sustituta de Cristo.
§ La intercesión de Jesucristo, el único mediador entre Dios y los hombres, en favor de los redimidos.
§ La única y santa Iglesia universal, visible en congregaciones locales, a la cual pertenecen todos los creyentes.
§ La certeza de la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo en su cuerpo glorificado.
§ La resurrección del cuerpo, la vida eterna de los redimidos y el castigo eterno de los impíos.